lunes, 11 de octubre de 2010

Narcotràfico, monstruo de mil cabezas

El problema del narcotràfico ha degenerado en un clima de violencia e inseguridad que no tiene precedentes en nuestro país y, al respecto, han surgido varias interpretaciones al problema, que van desde el simplismo de reducirlo a un problema de maleantes bien organizados contra las fuerzas del orden, hasta otras que abordan cuestiones de geopolítica mundial. El fenómeno, complejo en toda su naturaleza, obliga a realizar ejercicios de análisis cada vez màs cuidadosos que tomen en cuenta los diferentes vasos comunicantes que forman la integridad de todo sistema.

Si ubicamos al tràfico de estupefacientes en un marco histórico, la primera pregunta que nos haríamos sería por què aparece de lleno durante la década de los 60’s, si sustancias como la marihuana, el opio o la heroína existìan mucho tiempo atrás.

Circuitos de la droga funcionaban activamente en el pasado, como el cìrculo de la media luna, el triangulo de oro, y otros màs.

Detenièndonos a analizar lo que sucedió en esa década vemos que aparecen de lleno nuevas formas de expresión musical provenientes de Inglaterra y que tienen eco en toda Europa y en el continente americano.

El fenómeno de los Beatles, y de otros grupos destacados, no sòlo tiene su manifestación rítmica, sino el mensaje de protesta, de rebelión, de expresión verbal que difunde una nueva manera de ver las cosas y de rechazar formas establecidas que, ante el empuje de las nuevas generaciones, ya no tiene cabida en un mundo desigual y en las aspiraciones juveniles en pos de un mayor énfasis en las cuestiones humanísticas. Los jóvenes se sienten atraídos por las lecturas de Sartre, Camus, Marcuse, Fromm y otros pensadores.

Luego, y como consecuencia lógica de un despertar de expectativas, que el sistema establecido no logra cumplir, empiezan a proliferar los movimientos estudiantiles, cada vez màs activos, màs combativos y màs decididos. Amplios sectores populares se sienten animados en participar en esas marchas, que rápidamente van ganando fuerza.

El sistema resiente la avalancha que viene y reacciona. La Universidad de Kent en Ohio, Estados Unidos, la ciudad de Praga, y Tlaltelolco se hermanan ante la represión brutal.

Sin embargo, los movimientos a favor de la paz y los derechos civiles logran avances significativos. El rechazo a la guerra de Vietnam adquiere apoyos masivos en todo el mundo, a la vez que Martin Luther King Jr. moviliza a la población negra para lograr avances que se antojaban imposibles unos cuantos años atrás.

Se organizan conciertos a favor de la paz. Uno notable, Woodstock en Estados Unidos se vuelve memorable, pero también va de la mano con evidencias de una drogadicción que avanza a pasos agigantados. En Mèxico tuvimos nuestra propia versión con aquel concierto legendario en Avàndaro. Nuevamente, los escándalos con las drogas ensombrecen el espíritu humanista detrás de estos actos de la contracultura.

Las drogas, como todo negocio, requiere de la concurrencia de dos fuerzas: la demanda y la oferta. El mercado objetivo fue trazado con cuidado: la juventud.

Habrìa que debilitarla, embrutecerla, confundirla, hacerle caer en la trampa del hedonismo, hacer que desertara de la peligrosa lucha social despertadora de conciencias, para caer en lo burdo, en el desprestigio, en la llamada “pèrdida de valores”, con la cual la sociedad conservadora etiquetò toda futura lucha reivindicadora.

Pero, ¿y quièn jugarìa en la parte ofertista? Se señalaban entonces a bandas fuera de ley y se les ubicò en lugares apartados. Colombia fue uno de ellos, con la legendaria figura de Pablo Escobar y algunos casos aislados en Mèxico, notablemente en Sinaloa y Guerrero.

Estos hechos coinciden en la parte económica con las épocas de estancamiento económico de años 70’s. El modelo proteccionista, el estado de bienestar, el del desarrollo estabilizador y de la sustitución de importaciones mostraba signos de agotamiento, y para el capital, la tendencia de la tasa de ganancia, punto clave para su expansión, sufrìo franca decaída.

Lo que mantuvo a la economía norteamericana avanzando fue el cada vez màs notorio énfasis hacia el armamentismo. La industria bèlica ofreció una salida hacia la capacidad sobrante que se manifestaba en la economía. El capital busca maximizar sus ganancias y què mejor oportunidad ofrecía la confrontación con el bloque soviético. La guerra fría fue un motor económico de grandes dimensiones.

Mientras tanto, el narcotráfico amasaba inmensos volúmenes de recursos y surge otro cuestionamiento, ante un marco de estancamiento ¿no ofrecía el comercio de estupefacientes una gran oportunidad para el capital, al igual que la fabricación y comercio de armas?

Vienen los 80’s y con ello cobran popularidad las ideas neoliberales de Friedrich Hayek, Ludwig von Mises y Milton Friedman, patrocinadas y difundidas por Ronald Reagan y Margaret Thatcher. A los países subdesarrollados y víctimas del endeudamiento se les aplican con rigor las recetas del Consenso de Washington, que entre otras cosas obligaba a una desregulación ampliada de la economía, notoriamente del sector financiero.

Aquellas fueron magnìficas noticias para el libre movimiento de capitales, que en el caso del narcotráfico es vital para el proceso de lavado monetario y, por què no, también para financiar los formidables déficits que año con año se acumulaban en la balanza de pagos norteamericana.

Ante la explosión de los medios de comunicación y la liberación de los mercados, surge la oleada mundial del individualismo, el materialismo y el consumismo, hoy màs que nunca cobra importancia vivir el momento y la droga ofrece ese ingrediente de bienestar momentáneo. Pero, para la masa de jóvenes que no pudieron tener acceso a planteles educativos, la salida fue el desempleo, aunque también la posibilidad abierta de convertirse en pequeños proveedores de la mercancìa prohibida, que les ofrecía ingresos jamàs soñados, dada su condición social.

En Nicaragua se da la revolución sandinista, ante ello los Estados Unidos buscan fortalecer a las fuerzas opositoras de los contras, mediante el envìo de armas. Para concertar la operaciòn intervinieron la CIA, las ventas de equipo bèlico a Iràn, y el tràfico de drogas.

Surgen los movimientos guerrilleros en Colombia, a través de las FARC y, para combatirlos, que mejor señuelo que “asistir” a Colombia en sus esfuerzos para erradicar el narcotráfico. Asì, el gobierno de los Estados Unidos se encarga de dotar de armamento al ejército de esa nación sudamericana. El resultado: la autèntica oposición popular es prácticamente aplastada, mediante el asesinato y desapariciòn de màs de 4,000 activistas, mientras tanto, el narcotráfico siguiò prosperando.

Hoy por hoy, Colombia se alza en Sudamèrica como una fortaleza militar represora y también como amenaza permanente al gobierno de Hugo Chàvez, mediante la instalación de siete bases militares, supuestamente para combatir a los narcotraficantes, pero en realidad està en la mira las importantes reservas petroleras de Venezuela, asì como derrocar a las aspiraciones de igualdad social contenidas en la revolución bolivariana.

Mientras tanto, en Mèxico, uno de los pupilos màs aplicados en la adopción de políticas neoliberales, surgen de lleno càrteles importantes de la droga, los cuales no sòlo se disputan las rutas de abasto hacia el lucrativo mercado estadounidense, sino también los florecientes mercados de las principales ciudades del país. Pero, hasta entonces, la operación de estas redes había sido tolerada, sin grandes aspavientos, hasta la llegada de Calderòn al poder.

La nueva estrategia gubernamental fue la de enfrentar a los càrteles mediante el uso de la fuerza, pero en realidad lo que se provocò fue abrir la caja de Pandora, pues a partir de entonces la violencia se generalizò hasta llegar a cobrar la vida de 30,000 personas, sin que a la fecha se muestre el éxito de esa lucha, y mucho menos, que el negocio ilícito de las drogas refleje disminución notoria.

El problema se manifiesta mediante varios aspectos. Primero, un mercado norteamericano extenso y muy lucrativo, sin que los Estados Unidos hagan esfuerzos abiertos para frenar la demanda creciente de estupefacientes. Al contrario, la expansión de ese mercado permite a esa nación beneficiarse por los montos multimillonarios que genera, al captarlos mediante su desregulado sector financiero, por otro lado, mucho de ese caudal de recursos se destina a la venta de armas, que como veìamos, es una salida importante para el capital hambriento de ganancias.


En segundo plano, el surgimiento de la violencia da a los mismos Estados Unidos argumentos para equipar con armamento al ejército y policía federal de Mèxico en su campaña para erradicar a estas bandas organizadas, sin que a la fecha se muestren resultados positivos de esa lucha.

La existencia de acuerdos de tipo militar para enfrentar al enemigo – que ya no es el terrorismo, sino el narcotráfico organizado – permite la oportunidad de penetrar màs en la región, sobre todo cuando Mèxico posee importantes reservas de petróleo, energético que ya se aproxima a su tope de producción mundial y donde su control planetario hoy màs que nunca se convierte en un punto vital de estrategia geoeconómica.

Y, en tercer plano, la posibilidad de futuras fuerzas de oposición se verán amenazadas precisamente por esa fuerza militar que aplastarà cualquier intento serio de retar a los intereses oligárquicos, con el pretexto de combatir grupos de sicarios.

Mientras tanto, la juventud sigue maniatada con la facilidad de obtener estupefacientes, los recortes crecientes a los planteles de educación pública, favoreciendo el auge de instituciones privadas que propugnan programas educativos instrumentales, màs que de índole crìtica, y los brotes de protesta estudiantiles aparecen como desvinculados de sindicatos cada vez màs debilitados y maniatados por la aplicación de medidas flexibles de ìndole laboral por parte de las empresas.

Para combatir al narcotráfico se requiere toda una serie de medidas preventivas que ataquen el problema de raíz: oportunidades educativas y laborales para la juventud; incrementos importantes en infraestructura social y educativa; campañas orientadoras acerca de los peligros del consumo de estupefacientes, no nada màs en escuelas, sino también en los medios masivos de comunicación; tèrmino al monopolio televisivo, ya que las cadenas actuales favorecen la exhibición de programas y videos donde abundan hechos delictivos; acoso fiscal a inversiones de origen sospechoso y todo tipo de medidas pràcticas que impidan el lavado de dinero; reforzamiento de vigilancia en fronteras y puertos para impedir la entrada de armas al país; limpieza en cuerpos policiacos, juzgados y ministerios públicos y, finalmente, la participación activa de la población en las decisiones que màs le afectan, como todo principio democrático.

Sin embargo, adoptar lo anterior se estaría combatiendo una de las salidas màs lucrativas del capital para lograr su reproducción y acumulación, cuestión que las clases en el poder no están muy de acuerdo en llevar a cabo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario